Un nuevo estudio publicado en el “Journal of Alzheimer’s Disease” sugiere que realizar ciertas modificaciones en la alimentación puede contribuir de manera significativa a proteger el cerebro. Aseguran que los hallazgos contribuyen a una mejor comprensión del Alzheimer.
Los alimentos que comemos pueden tener un impacto directo sobre la salud cognitiva durante la adultez. Esta es una de las principales conclusiones de un estudio realizado por investigadores de la Universidad Estatal de Iowa, publicado recientemente en el Journal of Alzheimer’s Disease.
El trabajo, liderado por el doctor Auriel Willette -profesor de Ciencias de los Alimentos y Nutrición Humana- es el primero en realizar un análisis a gran escala en el que se vinculan alimentos específicos con la agudeza cognitiva posterior en la vida.
Más vino y queso: cambios que pueden ayudar a reducir el deterioro cognitivo
Los investigadores comprobaron que el queso fue el alimento que demostró la mayor propiedad protectora contra el deterioro cognitivo vinculado con la edad, incluso en adultos mayores. Mientras que el consumo diario de alcohol, en particular vino tino, se relacionó con mejorías en la función cognitiva.
Willette y su equipo analizaron los datos de 1.787 adultos de Reino Unido que tenían 46 años al inicio del estudio y 77 al concluir. Para ello utilizaron la información del UK Biobank, un banco de datos a gran escala y recurso de investigaciones que contiene información genética y de salud en profundidad de medio millón de británicos. Este banco de datos se encuentra accesible para cualquier investigador aprobado que esté llevando adelante investigación vital sobre las enfermedades más comunes y mortales.
En esta investigación los participantes completaron un Test de Inteligencia Fluida (FIT, por sus siglas en inglés), que formaba parte de un cuestionario online al comienzo del estudio (compilados entre 2006 y 2010) y luego en dos evaluaciones de seguimiento (llevadas adelante entre 2012 y 2013 y, luego entre 2015 y 2016).
El análisis FIT proporciona una instantánea en el tiempo de la capacidad de un individuo para “pensar sobre la marcha”.
Los participantes también respondieron preguntas sobre el consumo que hacían de alimentos y alcohol, al inicio del estudio y en las dos evaluaciones de seguimiento.
En concreto, utilizaron el Cuestionario de Frecuencia de Alimentos, en el que les preguntaron a los encuestados sobre su ingesta de frutas frescas, frutos secos, vegetales crudos y ensaladas, vegetales cocidos, pescados grasos, pescados magros, carnes procesadas, aves, carne vacuna, cordero, cerdo, queso, pan, cereales, té, café, cerveza y cidra, vino tinto, vino blanco, champagne y licor.
Entre los principales hallazgos del estudio, los autores destacaron:
- El queso fue el alimento que demostró la mayor propiedad protectora contra el deterioro cognitivo vinculado con la edad, incluso en adultos mayores.
- El consumo diario de alcohol, en particular el vino tino, se relacionó con mejorías en la función cognitiva.
- El consumo semanal de cordero, aunque no fue así con otras carnes rojas, mostró mejorar la destreza cognitiva a largo plazo.
- El consumo excesivo de sal es malo, pero solo las personas con mayor riesgo de padecer enfermedad de Alzheimer deben controlar su ingesta para evitar problemas cognitivos a futuro.
“Me sorprendió gratamente que nuestros resultados sugieran que comer queso y tomar vino tinto de manera responsable y a diario no solo son buenos para ayudarnos a transitar la actual pandemia de covid-19, sino que quizás también nos ayuden a lidiar con un mundo cada vez más complejo que nunca parece detenerse”
Auriel Willette, profesor de Ciencias de los Alimentos y Nutrición Humana
“Dependiendo de los factores genéticos que portemos, algunas personas parecen estar más protegidas de los efectos del Alzheimer, mientras que otras parecen tener un mayor riesgo. Dicho esto, creo que las elecciones de alimentos correctas pueden prevenir la enfermedad y el deterioro cognitivo por completo. Quizás la solución milagrosa que estamos buscando es mejorar la forma en que comemos. Saber lo que eso implica contribuye a una mejor comprensión del Alzheimer y a poner esta enfermedad en una trayectoria inversa”, resaltó por su parte el neurocientífico Brandon Klinedinst, quien también integra el departamento de Ciencias de los Alimentos y Nutrición Humana de la Universidad Estatal de Iowa.